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martes, 6 de mayo de 2014

"El amor en los tiempos del colera" de Gabriel Garcia Marquez

“Los síntomas del amor son los mismos del cólera”... el que crea que es una cita desmesurada e hiperbólica no se ha metido en la piel de Florentino Ariza , protagonista de esta  historia de amor que tiene lugar en algún pueblo del caribe colombiano de finales del SXIX.

Reconozco, y estoy segura no  haber sido la única, que tras el reciente fallecimiento de Gabo he sentido un fuerte deseo de retomar su obra.


Al revisar las lecturas que tenía pendiente, caí en la cuenta que no había leído esta novela que el propio escritor consideró como su mayor logro literario y la que siempre consideró llegaría a ser más exitosa. Quizá, él mismo no pudiera ser objetivo ya que está inspirada en los amores de juventud de sus padres, a quienes incluso llegó a entrevistar, fiel a su condición de periodista, plasmando (según cuenta ) la versión literal de los hechos tal como sucedieron en los inicios de su romance.

La capacidad descriptiva del autor es tan asombrosamente evocadora que casi se pueden distinguir los olores y colores propios del Caribe, el azul transparente de sus aguas, el cantar de sus gentes y el estruendo de sus tormentas tropicales. El idílico escenario no impide  que el cólera y las sucesivas guerras civiles asolaran con crudeza a Colombia durante el Siglo XIX y principios del XX.  Por la forma en que se mezclan la ficción y la realidad histórica en el relato parece encontrarse más cerca de lo “real maravilloso”, término acuñado por Alejandro Carpentier, que del propio “realismo mágico” que ha popularizado el propio Gabo.

Las primeras cien páginas del libro son sublimes, en ellas somos testigos del nacimiento de ese amor febril entre Florentino y Fermina, de la correspondencia entre ellos, de sus encuentros furtivos , de las poesías y serenatas de violín con el que la ofrenda y finalmente, de la oposición del padre de ella al casamiento  por estar destinada exclusivamente a alguien de apellido y rancio abolengo.

Con ningún tema se consigue enganchar más al lector que con amores imposibles e infructuosos. Todos los hemos padecido. Todos nos conmiseramos con los que lo sufren. Nada hay más consumidor para el espíritu y la carne  que un amor contrariado.

Sin embargo, el protagonista va mas allá  y dedica toda su vida a prepararse para convertirse en un hombre lo suficientemente digno para su amada. Su determinación es encomiable, pero una vida puede hacerse muy larga si el único destino apetecido está ligado a la voluntad de otro ser distinto a uno mismo. La línea que separa el amor de la obsesión es a menudo inadvertida por el amante.

Me confieso más cercana al amor que siente Juvenal Urbino por su esposa y con el que ella le corresponde, ese amor que se va “inventando” con los años. El que muere todas las noches  tras hacer el amor y hace falta volver a construir por la mañana. Ese amor de amigos, de cómplices, de compañeros vitales que quizá mientras se vive uno se pregunta si es o no amor, pero que te proporciona una estabilidad y una seguridad tan necesaria para enfrentar los embistes de la vida. Pero quizá yo no sea exactamente una romántica sino una militante de la amistad en todas sus vertientes amorosas.

La novela está llena de frases y reflexiones memorables sobre el amor, el matrimonio, el sexo o la vejez .....  y en ella se reflejan las distintas formas posibles de amar a través de los distintos personajes. El amor del protagonista es el más épico porque no hay nada más heroico que perseverar y ganarle la partida a un destino que no nos es favorable por  haber nacido en  baja cuna. Conseguir en esas circunstancias un final feliz, bien merece a nuestro protagonista haber sufrido cien años de soledad o más….

Autor: Violeta

Pd. Acompaño a esta reseña un vídeo del celebre escritor, hablando de esta novela. 


viernes, 4 de octubre de 2013

RAYUELA (II)

RAYUELA (II)

El libro tiene tanta chicha que no se puede hablar de él en un solo post (bueno, los de Jot Down sí pueden porque son los reyes del artículo de 20 páginas, pero yo no soy más que una modesta comentarista de barrio). Por lo tanto, en este segundo post, va un poco más de información sobre el contenido en sí:

La estructura de la novela
Como dice el autor, Rayuela es un libro que se puede leer de varias maneras. Yo, sinceramente, recomiendo la lineal por lo menos la primera vez. (Hay gente que dice que la ha leído eligiendo capítulos al azar y que le ha encantado, pero yo no me fiaría mucho de esa gente).

Dicen que Cortázar era un apasionado del jazz (de su libertad de formas, su anarquía) y esta misma estructura (o más bien, no-estructura) se puede ver en la novela. El tono es de monólogo interior y permite centrarse en la psicología de los personajes más que en la acción. Esto dicho así, asustaría a cualquiera, pero repito una vez más: este libro se merece una oportunidad.

Se trata de la primera novela calificada como surrealista. Cortázar, quería hacer la antinovela (o contranovela, como la llamó después) y hacer que fuera el lector quien participara leyendo. Por eso, muchos de los capítulos se pueden leer en cualquier orden, algunos tienen juegos para el lector, faltas de ortografía...

La historia

“Del lado de allá”
Horacio Oliveira es un argentino exiliado en París. Tiene una relación con La Maga (Lucía, una chica uruguaya), que es su antítesis: Horacio es el desarraigo, La Maga podría encontrar su hogar en el palo de un gallinero; Horacio es culto, La Maga se pierde en las conversaciones que tiene con sus amigos; Horacio es calculador y racional, La Maga vive en el momento. Su figura está presente durante el resto de la novela, como una imagen que perseguir, como si fuera su punto de referencia.

La soledad y el desarraigo de Horacio se hacen patentes en algunos episodios de esta parte que me parecen tremendos, a falta de un adjetivo mejor: el atropello del anciano, la terrible escena con Mme. Trepat y ese desfile de perdedores intentando escapar de su miserable vida, su experiencia viviendo en la calle, una vez que ha perdido a La Maga. Incluso la muerte de Rocamadour, tan sin querer, tan mal llevada, nos hacen un retrato del protagonista.

 “Del lado de acá”
Mi parte favorita y menos pedante (o es que una ya se ha acostumbrado y empieza a pensar a lo grande).

Horacio vuelve a Buenos Aires y se reencuentra con un antiguo amigo suyo, Traveler y su mujer Talita, y empieza a trabajar con ellos en un circo. En poco tiempo, Horacio se vuelve omnipresente para la pareja, no les deja en paz. Parece como si quisiera estar en el lugar de Traveler, como si quisiera estar casado con Talita (que le recuerda a La Maga). Todo esto confluye en la curiosa escena del tablón entre las dos casas, en la que Horacio le pide a Talita que le pase clavos y yerba para su mate. Al final del capítulo queda claro el nivel de intromisión de Horacio en la vida del matrimonio y su deseo de controlarles.

Más adelante, el dueño del circo lo vende y compra un psiquiátrico, donde empiezan a trabajar los tres. El psiquiátrico es el escenario perfecto para mostrar el desarraigo, la soledad y el sinsentido que es la vida. El hecho de que se junten a beber cerveza en el depósito de cadáveres, el único sitio fresco del edificio, dice mucho de la insensibilidad hacia lo humano.

Ya en la escena final, totalmente surrealista, Horacio, parapetado en su habitación y con la paranoia de que Traveler va a subir a matarle (porque él ha intentado besar a Talita unos minutos antes), intenta tirarse por la ventana. Unos instantes antes ha creído ver a La Maga, pero es Talita caminando sobre una rayuela.  

“De todos lados”
Las conclusiones a las distintas historias se pueden leer en los capítulos prescindibles de la tercera parte “De todos lados”. Esta parte y el libro mismo terminan narrando el episodio en que Horacio visita a Morelli en el hospital, donde este le pide a aquel que vaya a su apartamento y organice sus notas mientras se recupera. La mayor parte de estas notas son inéditas, y Oliveira no solo considera un gran honor hacer este trabajo, sino también cree que es probablemente su mejor oportunidad de alcanzar el noveno cuadro de su rayuela espiritual, emocional y metafísica (Wikipedia). Si tenemos en cuenta que Morelli es supuestamente el álter ego de Cortázar, podremos hacernos una idea de la imagen que el autor tenía de sí mismo.

MeryNot

RAYUELA (I)

RAYUELA (I)

Rayuela es un libro que me provoca sentimientos encontrados: lo he leído y me ha encantado, pero entiendo perfectamente a la gente que lo odia. Al principio resulta tan enrevesado que no puedes evitar acordarte de la señora madre de ese escritor cabezón, cejijunto y cultureta, que no para de hablar de vanguardias y metafísica. Pero luego no quieres dejarlo. Quieres seguir la búsqueda con el protagonista, la búsqueda de la unidad del ser, del cielo, de La Maga, de lo que quiera. Lo odias y lo quieres.

Vayamos a lo serio
Rayuela está considerada como una de las novelas centrales del “Boom latinoamericano”, un fenómeno editorial de los años 60 en el que sus autores comenzaron a publicar obras experimentales y de marcado carácter político (en aquella época, América Latina estaba que daba penita). A este movimiento pertenecen tanto Cortázar como García Márquez, Vargas Llosa o Carlos Fuentes, por lo tanto: ¡gracias, Boom Latinoamericano!

En el caso de Rayuela, los temas centrales giran en torno al desarraigo y el exilio. El juego de la rayuela consiste en alcanzar una casilla llamada cielo dando saltitos. La novela es la búsqueda constante de esa casilla llamada cielo. Como se descubre al final de la primera parte, el cielo no está encima de la tierra, sino en la superficie de esta, pero a alguna distancia, al cual uno se acerca de manera similar a como los niños juegan a la rayuela.

El nombre
Según Cortázar, en un principio el libro se iba a llamar Mándala (mándalas son complicados diagramas utilizados en el hinduismo y el budismo para representar el cosmos) pero que, como le resultaba un nombre pretencioso, lo llamó Rayuela. Yo me inclino más a pensar que lo de Mándala le gustaba pero sus amigos le amenazaron con partirle la cara si lo llamaba así.

La Maga existe
En el año 2010, La Nación (periódico argentino) publicó una entrevista con Edith Aron, la que dice ser La Maga de Rayuela. Edith y Julio se conocieron en un barco de Buenos Aires a París y se volvieron a ver en el Boulevard Saint Germain. Se volvieron a encontrar por casualidad más veces y más adelante, tuvieron una relación. La anécdota del entierro del paraguas es real y el mismo Cortázar reconoció que le había dedicado el libro. Sin embargo, a diferencia de la novela, la relación acabó porque Cortázar se casó con otra mujer.




 

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