miércoles, 27 de agosto de 2014

Reseña : "STONER", de John Williams

No habría un ápice de exageración en mis palabras si dijera que STONER es la mejor novela que he leído en mucho tiempo. Sin embargo, y a pesar de la emoción que me ha generado su lectura, no soy capaz de expresar bien porque me ha gustado tanto.

Fue Pablo D´ors cuando visitó nuestro club quién nos recomendó esta novela. Nunca había oído hablar de ella ni de su autor. Busqué en Internet alguna reseña  sobre la obra  pero la sinopsis no era muy alentadora: “Se trata simplemente de un tipo que va a la universidad y se convierte en un maestro”. Unos meses después y venciendo mi pereza inicial me dispuse a leerla porque a pesar de todo intuía que era un lectura ineludible (confieso que también influyó leer un artículo de Julian Barnes calificándola como la “novela que deberías leer en 2013” -must read in 2013-).

El protagonista, William Stoner, hijo de humildes granjeros, es enviado en 1910 a la Universidad de Missouri para obtener la licenciatura de agricultura. Su padre alberga la esperanza de que la educación del único hijo pueda ayudarle a sacar más ventajas de las míseras y áridas tierras que poseen.  Al tomar un seminario de literatura, impartido de forma obligatoria, el joven se da de bruces con su destino. La inquisidora pregunta de su profesor, acerca del significado de un soneto de Shakespeare, lo hace despertar del letargo que habían supuesto sus veinte años de existencia. Es precisamente ese profesor quien lo hace descubrir su vocación académica.

La historia del profesor Stoner puede parecer una antología del fracaso, aunque a mi juicio es todo lo contrario. Bajo un manto gris y anodino se esconde un personaje estoico, un ejemplo de rectitud moral y abnegación. Puede parecer una historia triste, y lo es en cierto modo, tanto como (aparentemente) puede ser  la vida de cualquier persona que no recibe el reconocimiento ni el amor que por su capacidad y virtud merece. Sin embargo solo haya el  fracaso aquel que alberga expectativas, quizá ahí radica el problema y  la solución. 

Es ciertamente una historia de amor, aunque no al uso. El protagonista ama por encima de todo su profesión y la literatura, también intenta amar a su mujer pero el pobre pasa las de Caín. A lo largo de su vida,experimenta también el amor pasional, el “amor fou", pero esta no es una historia con final de cuento.   A pesar de todo ,es una historia que consuela. Pues toda vida,  por  mediocre o malograda que pueda parecer desde fuera, puede estar llena de momentos vibrantes, gestos heroicos, en definitiva puede estar llena de una sutil e imperceptible grandeza. La vida de Stoner es un ejemplo de ello.

Cito una de las frases del libro que me gusto especialmente, por como define la trayectoria emocional del protagonista:

En su año cuarenta y tres de vida, William Stoner aprendió lo que otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra.

No creo que pueda conseguir que nadie lea el libro por mi reseña, a pesar de que he regalado el libro ya a varios amigos, requiere un acto de fe decidirse a leerla. El que a pesar de todo lo lea y le guste tanto como a mí por favor que lo comparta. Cruel casualidad que esta novela ( con numerosos rasgos autobiográficos ) , escrita en 1965, no conociese el éxito durante la vida del escritor sino muchos años después y gracias al boca a boca en este lado del océano. Ya se sabe que el éxito es un compañero caprichoso e impredecible y que yerra a menudo en su juicio.

Violet







martes, 26 de agosto de 2014

Recordando a Cortazar... que hubiera cumplido hoy cien años!


Julio Cortazar en " A fondo" en 1977.
Joaquín Soler Serrano entrevista al escritor argentino, que asegura que su nacimiento en Bruselas fue accidental y repasa sus recuerdos infantiles. Habla de su oficio de maestro, del inicio de su vocación literaria y hace un repaso cronológico de su obra. Comienza hablando de su primer libro, Presencia (1938), de su noción de estilo literario, de su uso del lenguaje y del laberinto como constante de su obra. Recuerda su exilio en París. Por último, explica los antecedentes de su novela Rayuela, así como su interés por el mundo del jazz.

sábado, 16 de agosto de 2014

Mis poema preferidos XXV: "El don de la ebriedad" de Claudio Rodriguez


Don de la ebriedad (1953)


Siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.
Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!
Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?
Y, sin embargo -esto es un don-, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.


Claudio Rodríguez (España, 1934-1999)
 







lunes, 11 de agosto de 2014

Reseña: "Al filo de la navaja" de Somerset Maugham

William Somerset Maughan, se presenta como un personaje de novela en sí mismo. Nacido en 1874 en la embajada de Reino Unido en Paris, hijo de un diplomático británico, quedó huérfano a los diez años de padre y madre.  Quedó a cargo de un tío paterno, vicario en una localidad de Kent. Estudió medicina pero nunca llegó a ejercer la profesión. Tras obtener un notable éxito con su novela “Liza of Lambeth” ,poco después de graduarse , pudo dedicarse por entero a escribir y a viajar. Junto con otros célebres escritores como Hemingway y Dos Passos, ejerció durante la primera guerra mundial como conductor de ambulancias para la Cruz Roja en Francia.  Actuó como espía para los servicios de inteligencia británicos; se casó, divorció y su condición de bisexual no era un secreto. Viajó por todo el mundo, dejando preciadas crónicas de dichos viajes. Fue el escritor más exitoso y rico de los años 30.

 En esta novela,  el propio Maughan es uno de los personajes principales. Tal artilugio literario concede un toque inusual a la narración. El autor afirma en las primeras páginas del libro que a pesar de haberse tomado algunas licencias literarias, propias del oficio, se limitó a dejar por escrito una historia  de la  que tuvo conocimiento por su relación directa con los protagonistas. Queda a juicio del lector considerar si los hechos pudieron ocurrir en la realidad o si se trata de un hábil truco del escritor para dotar de mayor realismo a la trama.

El protagonista Laurence Darrell, Larry, es un joven americano que tras combatir en la primera guerra mundial regresa transformado; haber contemplado la maldad de la que es capaz el hombre y el caprichoso infortunio con el que sobreviene la muerte, le impiden al retornar a Chicago reincorporarse a una vida acomodada y convencional. Inicia así una búsqueda que ansía encontrar respuestas a las eternas preguntas que se ha hecho el hombre sobre su propia trascendencia.  Su odisea personal le llevará a regresar a Europa y  continuar su viaje  hasta la India.

El resto de los personajes se nos muestran mucho más terrenales: la bella Isabel, novia de la infancia de Larry, quien a pesar del amor que le profesa es incapaz de abandonar la seguridad de una posición acaudalada por un futuro incierto; o Elliot ( a mi juicio el mejor personaje de la novela), tío de Isabel y amigo personal de Maughan, americano residente en Paris, un esnob empedernido, que encuentra en la alta sociedad europea el romanticismo ausente en una sociedad  como la norteamericana en la que el status lo determina únicamente el dinero.

Mientras Larry huye de la opulencia de los dorados años 20 y deambula por vericuetos parajes, sobreviene el crack del 29. Leo con cierta familiaridad la descripción de dichos años en Estados Unidos, años en los que recursos parecían inagotables en un país  que cualquiera podía hacerse rico sin esfuerzo.

Los viajes que el escritor había realizado a la India y el contacto con la filosofía oriental , y en particular con el maestro espiritual Sri Ramana Maharshi, causaron un gran impacto en su vida y en su obra; sin embargo y a pesar de que claramente el autor se vale del protagonista para compartir lo que aprendió de la filosofía vedanta; lo que más me ha impresionado es el paralelismo entre la época en la que ocurren los hechos en la novela y el momento actual.  Resulta curioso contemplar como la sempiterna búsqueda de respuestas existenciales se intensifica tras periodos de gran bonanza económica ( y sus sucesivos declives) en las que el insaciable materialismo deja un poso de insatisfacción tan hondo en los hombres que los impulsa a refugiarse en su espiritualidad para descifrar el galimatías de la existencia. Algunos  lo encuentran en la religión, otros tratan de rescatar las esencias de la condición humana y enfatizan la necesidad de  reestructurar la jerarquía de valores.  Es posible que la humanidad viva en un eterno bucle del que no consiga salir hasta que se alcance un nivel de conciencia superior universal.

Divagaciones existenciales aparte, la novela deja un buen sabor de boca. Recomiendo su lectura sobre todo para iniciarse en la obra de uno de los escritores que consiguió gozar del favor del público y  de la crítica (algo poco frecuente en nuestros días) gracias a la elegancia de su estilo, la agudeza de sus diálogos y la riqueza descriptiva de su narrativa.

Violet





jueves, 7 de agosto de 2014

Mis poemas preferidos (XXIV): " El desencuentro" de Caballero Bonald

Esquiva como la noche,
como la mano que te entorpecía,
como la trémula succión
insuficiente de la carne;
esquiva y veloz como la hoja
ensangrentada de un cuchillo,
como los filos de la nieve, como el esperma
que decora el embozo de las sábanas,
como la congoja de un niño
que se esconde para llorar.

Tratas de no saber y sabes
que ya está todo maniatado,
allí
donde pernocta el irascible
lastre del desamor, sombra
partida por olvidos, desdenes,
llave que ya no abre ningún sueño:

La ausencia se aproxima
en sentido contrario al de la espera.

( El desencuentro) 
J.M. Caballero Bonald


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